lunes, 25 de enero de 2010


Cardenal Oscar Rodríguez
Maradiaga


Trabajar con la economía no
es fácil. La historia demuestra
que ella siempre ha sido -junto
con la fuerza armada- la expresión
más plástica del poder y
del dominio.
La economía marca el ritmo de
la historia. Cuando logra unirse a
ideas “humanizantes” presenta
grandes momentos de “ascenso
del hombre”; cuando no, facilita
ver el perfil inconfundible de
quienes convocan al “sálvese
quien pueda”.
La gran avenida que condujo de
la “recolección” al “abasto”; de
la previsión a la planificación; del
excedente usado para dar nacimiento
en Lübeck a los hospicios
y obras de beneficencia a favor
de los pobres que, al verse asistidos
y atendidos, jamás fueron
factores de disturbio público; y si
seguimos adelante, el desarrollo
de la ciencia y de la tecnología
nada tienen de qué avergonzarse
si nacieron de mano de una
“economía creadora”.
Pero de repente todo cambió. A la
previsión la sustituyó la acumulación.
A la distribución, el egoísmo. A la
conmutación, el ¿“acaso soy yo el que
debe cuidar de él”? A la equidad, el
“sálvese quien pueda”. Al “derecho
de uso”, el “derecho de abuso”. Al
desinterés, la usura. A la caridad, la
generosidad, la filantropía la sustituyó
una economía que no puede “donar”
ni “dar” para no poner en riesgo los
precios.
No hay economía buena ni mala. Hay
seres humanos buenos y malos y son
ellos los responsables; seres humanos
con valores, anti-valores o contravalores
y son ellos los responsables.
Bastaría tomar las expresiones que se
han dado para significar la “economía”
y poder desde ahí observar la
crítica social que a ella hace referencia:
capitalismo salvaje, cooperativismo,
mutualismo, liberalismo económico,
economía social de mercado, economía
de mercado, economía de consumo,
capitalismo social etc.
Todas llevan detrás una filosofía; una
concepción de la sociedad y de la
historia; mejor aún una concepción de
Economía y pobreza
lo que significa “ser humanamente”
en el mundo.
Hay quienes piensan que son una
minoría en el mundo que “merecen”
que los demás se sacrifiquen
por ellos; esos son los que nacieron
como acreedores. Hay otros que
amplían el círculo y se van volviendo
más incluyentes y entonces hablan
de “economía de participación” y
diseñan –en el peor de los casosque
se coma tanto en la mesa del
rico Epulón que caiga lo suficiente al
piso para que Lázaro se alimente.
Entonces se habla de “economía
para la abundancia” o de la “copa
llena para todos”.
Pero hoy, con el auge de la globalización,
con la disminución del número
de ricos y con la ampliación del
número de pobres y de excluidos;
hoy cuando no hay duda de vivir
en el mayor auge de la riqueza y
en la mayor expresión cierta de la
pobreza, no hay subterfugio que
valga y es por ello que hablamos de
“economía salvaje” que es la verdadera
“arma de destrucción masiva”
en el mundo contemporáneo.
BSCAM

No hay comentarios:

Publicar un comentario